Cambia tu percepción y cambiará tu realidad

Cambia tu percepción y cambiará tu realidad

La realidad es solo una interpretación de tu mente. Cambia tu percepción y cambiará tu realidad. Descubre aquí los mecanismos que te mueven para bien o para mal.

Cambia tu percepción y cambiará tu realidad

Los constructos de la mente

Antes de que aparecieran la filosofía kantiana Kant que acepta la realidad de un sujeto que conoce, y otra realidad ajena a él que es conocida, y luego la psicología como ciencia a finales del siglo 19, las personas ni siquiera podían concebir que tenían una vida interior y que su psicología estaba separada de la realidad externa. Al nacer esta consciencia llegó la noción de que nuestras ideas y sentimientos (percepción interna) pueden no coincidir con una realidad (manifestación externa) y que podríamos estar equivocados.

Las investigaciones llevaron a identificar construcciones mentales hechas de inteligencia, de ideas, de visualizaciones y de pensamientos, pero especialmente de creencias que configuran la manera en la que vamos a dar sentido a lo que experimentamos.
Las creencias que mandan en nuestra interpretación de la realidad son constructos mentales que mantenemos debido a los lazos emocionales que nos mantienen leales a nuestros sistemas de influencia inconscientes. El primer sistema de influencia es la familia de la que recibimos creencias y valores que vienen a su vez imbuidas de las creencias colectivas del entorno como la cultura, la religión, la educación, etc.

Nuestras creencias están profundamente arraigadas en nosotros porque están cargadas de equipaje emocional y vienen respaldadas por todas nuestras experiencias. Con esto, consiguen que no reconozcamos nuestra percepción como una mera opinión, sino que la aceptemos como si fuera un hecho constatado. Le damos valor de verdad absoluta.

La alegoría de la cueva del filósofo Platón describe a un grupo de personas que han vivido toda su vida encadenados a la pared de una cueva. Frente a ellas tienen una pared en blanco donde pueden ver sombras proyectadas por objetos y gente que pasan delante de un fuego. Las sombras son la realidad que perciben los prisioneros, pero no representan el mundo real. Lo que ven estos desdichados son solo fragmentos deformados de realidad, pero aun así les dan nombres y los aceptan como una verdad completa.

Así, los constructos mentales imbuidos de creencias llegan a ser como llevar unas gafas sucias que impiden tener una visión clara y nítida. Esto en la práctica sería fácil de resolver y bastaría con limpiar las gafas para ver bien. Sin embargo, en nuestra realidad mental compleja, no es tan fácil porque o no tenemos conciencia de llevar unas gafas o cuestionamos la posibilidad de que las gafas que llevamos puedan fallar.

Existen diferentes tipos de creencias. Hay creencias fundamentales, fuertes e indiscutibles, pero también hay creencias, periféricas leves y discutibles.

Creencias Fundamentales o Creencias Nucleares

La mente nos ofrece el relato de nuestras experiencias diarias, pero nuestras creencias fundamentales son las que enmarcan cómo percibimos esas experiencias en términos de bueno o malo.

 

Creencias Fundamentales

Estas creencias son nucleares porque son nuestras creencias más firmes e inquebrantables que condicionan toda nuestra realidad: Cómo nos vemos a nosotro@s mism@s, cómo vemos a los demás, cómo vemos el mundo y cómo vemos el futuro.

Creencias Periféricas

Por el contrario, las creencias periféricas son en gran medida cuestiones de gustos y preferencias que no están fuertemente ligadas al resto de nuestro sistema de creencias, por ejemplo, nuestra marca favorita de café o de coche. Estas creencias no involucran los aspectos centrales de nuestra personalidad y se pueden modificar más fácilmente.

Así, nuestras creencias son estados mentales en los que asumimos que algo es verdadero o probable y lo expresamos con afirmaciones. Cuando nuestras creencias son positivas como “Puedo hacer todo lo que me proponga” o “La gente es esencialmente buena” nos impulsan y respaldan. Cuando son negativas como “La letra con sangre entra” o “Soy un desastre” nos limitan, nos bloquean o nos hacen sufrir.

Existen tres tipos de creencias nucleares negativas sobre un@ mism@ que llevan a:

– La impotencia con varias creencias asociadas con ésta como la vulnerabilidad y la inferioridad, por ejemplo “Soy idiota”.
-El desamor fruto de la creencia y el miedo de ser incapaz de obtener la atención deseada, por ejemplo “Nadie me quiere”.
-La inutilidad que consiste en atribuirse valoraciones según las que un@ se ve insignificante y una carga para los demás, por ejemplo, “No valgo para nada”.

La lectura de nuestras experiencias relatada desde nuestras creencias genera emociones positivas o negativas que nos llevan a comportamientos y crea prejuicios y expectativas que se traducirán en decisiones y actitudes que condicionarán la calidad de nuestras relaciones y afectarán nuestro nivel de felicidad y de realización personal.

Cambia tu percepción y cambiará tu realidad

Hecho o Creencia

Para quitarnos la venda de los ojos, debemos aprender a relacionarnos con la realidad y no solo con la representación mental que nos hacemos de ella. Así, necesitamos cuestionar la veracidad y la calidad de nuestras creencias y prejuicios (gafas) cultivando nuestra capacidad para diferenciar entre un hecho constatable y una opinión.

“No me ha saludado” será un hecho, pero pensar “No me ha saludado porque no le gusto” es una creencia. “No encuentro trabajo” es un hecho, “No encuentro trabajo porque soy mayor” es una creencia. En ambos casos, las verdades que hemos afirmado sin prueba que las respalden traducen un prejuicio sobre la situación en la que estamos y nos llevarán a tomar decisiones y a adoptar actitudes contraproducentes.

Una vez que identificamos una creencia, es bueno averiguar de donde nos viene y qué nos mantiene en ella.

¿La hemos tomado directamente de algún familiar especialmente influyente por la fuerza del vínculo emocional que mantenemos con él, en primer lugar, con nuestra madre ya que los bebés viven en simbiosis con ella durante la gestación, y con nuestro padre? ¿Es una creencia compartida en la familia?

¿Existe algún lazo afectivo que nos mantiene en ella o bien radica en una lealtad hacia un valor compartido por sistemas de influencia en la familia, como la patria, la religión, la raza o el colegio?

“No encuentro trabajo porque soy mayor” puede venir de un padre o un ancestro que sí fue incapaz de encontrar trabajo debido a su edad.

Quizás fueron varios miembros de la familia los que también pasaron por esa situación y eso haya imbuido al resto de la familia en esa creencia. Por ello, nuestra creencia lleva una gran carga hecha de lealtad y valores que nos podemos deshacer o eliminar, aunque nos haga sufrir, solo podemos cambiarla.

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Reencuadra tus creencias

Una creencia negativa se puede cambiar significativamente introduciendo solo un pequeño cambio que actuará como germen de otros cambios. Se llama:

Revocar la condena. Se trata de que consigas revocar esas condenas auto impuestas que te dicen “No puedo encontrar trabajo – No puedo tener hijos – No consigo encontrar el amor”.

Es tan fácil como volver a formular tu creencia agregando “por ahora” o “de momento” o “aún”. No he encontrado trabajo por ahora – No tengo hijos de momento Aún no he encontrado el amor.

Esta pequeña diferencia te permite salir de la fatalidad auto impuesta.

Liberación plenaria. Se trata de dejar de generalizar situaciones negativas porque esto refuerza la creencia y cierra cualquier posibilidad para la esperanza: Siempre pierdo – Nunca consigo lo que quiero – Siempre me regañas – Nunca me demuestras que me amas.

Procura identificar las afirmaciones que incluyen “Siempre/Nunca” y vuelve a formular tu pensamiento anteponiendo la palabra “Casi” para dejar abierta una posible solución: Casi siempre pierdo – Casi nunca consigo lo que quiero. Casi siempre me regañas. Casi nunca me demuestras que me amas.

Cuestiona tus creencias nucleares:

– Cuando hables de ti mism@ con afirmaciones como “Soy idiota”, “Nadie me quiere” o
“No valgo para nada”. Pregúntate, ¿Quién lo dice?
“Soy idiota” → ¿Siempre?
“Nadie me quiere” → ¿Nadie?
“No valgo para nada” → ¿Nada?

Encuentra todas las posibles excepciones a esta regla y comprueba que la realidad es mucho menos oscura de lo que creías.

Con afecto,
Sophie

3 comentarios en “Cambia tu percepción y cambiará tu realidad”

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