Un, Dos, Estrés

Stress, en inglés, significa presión o tensión. La vida nos somete permanentemente a presiones y tensiones. Las hay físicas (como tener una enfermedad) pero pueden ser emocionales (como vivir el duelo por la muerte de un ser querido) o psicológicas (como sentir temor por un futuro incierto). Los síntomas del estrés afectan la salud de tu cuerpo, tu estado de ánimo, la calidad de tus sentimientos y tu comportamiento y todo, sin que probablemente te des cuenta.

Ante una amenaza, sea real o no, el cuerpo se prepara para dos soluciones: luchar o huir. Para ello, implica el sistema nervioso autónomo que controla las funciones involuntarias, como el latir del corazón o la respiración. Para ello, dispone de dos agentes: El sistema nervioso simpático que dispone la acción, y el parasimpático que regula las actividades del cuerpo en reposo.

Así, a lo largo de un día, el sistema nervioso actúa modulando sus respuestas en busca del equilibrio entre activación y relajación. Estos cambios en el cuerpo tienen un propósito para la supervivencia y son beneficiosos cuando ocurren por un tiempo corto. En estas situaciones es normal sentir ansiedad, nerviosismo, distracción, preocupación o presión.

Pero si el nivel de estrés se mantiene por mucho tiempo o de forma continuada, la producción excesiva de las hormonas de causa deterioro tanto en el cuerpo, como desgaste en el comportamiento, y puede ser responsable tanto de afecciones y enfermedades como de compulsiones y adicciones.

Consecuencias del Estrés

En el cuerpo

Dolor de cabeza – Molestia estomacal – Estreñimiento o diarrea – Tensión o dolor muscular – Dolor en el pecho – Cansancio o decaimiento – Alteración del apetito sexual – Insomnio o somnolencia – Variación inusual del peso – irregularidad del ciclo menstrual – Debilitamiento del sistema inmunitario – Aumento de la presión sanguínea, de la frecuencia cardiaca y de la grasa en sangre – Elevación del nivel de azúcar en sangre

En el estado de ánimo

Ansiedad – Inquietud – Falta de motivación – Agobio – Irritabilidad – Enojo – Tristeza – Depresión

En el comportamiento

Consumo de comida por exceso o por déficit – Arrebatos de ira – Adicción – Aislamiento – Falta de interés en actividades físicas – Mala capacidad de decisión

Aliviar el Estrés

Generalmente, es imposible pretender cambiar ciertas condiciones de vida que provocan estrés, sugiriendo un cambio de trabajo, de pareja o de residencia. Porque no importa lo que se vive sino como se vive. Ahí está la palanca con la que vas a poder mover montañas. Y eso depende de las hormonas.

¿Cómo conseguir que tu mente, en lugar de producir las hormonas del estrés, genere las hormonas que producen paz y felicidad?
Las alternativas son muchas y vale la pena ponerlas en práctica, como practicar técnicas de relajación, hacer ejercicio o realizar alguna actividad placentera. Pero todas ellas requieren cierto tiempo y ciertas condiciones que no siempre están a tu alcance.

El consejo universal … “RESPIRA”

La respiración es sin duda la mejor manera de conseguir que tu mente, en lugar de producir las hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol, genere endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina que producen paz y felicidad.

Pero al ser un acto mecánico, para que la respiración sea una forma eficaz de reducir el estrés, es necesario ponerle conciencia, es decir atención plena, observando las sensaciones que se producen en el cuerpo a medida que el aire entra y sale. Esta forma de respirar ya tiene la capacidad de aliviar el sistema nervioso pero quiero enseñarte una forma más eficiente porque requiere menos tiempo para un mejor resultado.

Práctica rápida y eficaz

Postura:

Siéntate cuidando que tu columna esté recta, e inclina un poco el mentón para relajar el cuello.

Respiración:
  • Inhala lenta y profundamente por la nariz sin forzar. Solo llena tus pulmones.
  • Exhala lenta y profundamente por la boca emitiendo el sonido Haaaaaaa… como un gran suspiro de alivio.
Enfoque:

Mientras inhalas imagina que entra luz, paz, amor, alegría, sonrisa… en tu corazón
Mientras exhalas piensa en soltar, dejarte ir, abandonarte, confiar… imagina que el aire se va hacia abajo por tu columna hasta lo más hondo en la tierra.

Con unos minutos basta, incluso unas pocas respiraciones ya serán suficientes para que la química de tu cerebro haga su buen trabajo. Para mayor facilidad, te animo a escuchar mi sesión guiada de Audio Premium “No estrés”.

Sophie Hardy

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