En psicología positiva, las fortalezas personales son una combinación de talentos que abarcan patrones de pensamientos, sentimientos y comportamientos, conocimientos (hechos y lecciones aprendidas) y habilidades naturales.
Todos poseemos intrínsecamente todas las fortalezas de carácter asociadas con seis virtudes:
1. Sabiduría – Fortalezas cognitivas que implican la adquisición y el uso de conocimientos. Incluye:
– Creatividad
– Curiosidad
– Juicio
– Amor por aprender
– Perspectiva
2. Coraje – Fortalezas emocionales que involucran el ejercicio de la voluntad para que lograr metas frente a la oposición, sea externa o interna. Incluye:
– Valentía
– Perseverancia
– Honestidad
– Vitalidad
3. Humanidad – Fortalezas interpersonales que implican atender y relacionarse amigablemente con los demás. Incluye:
– Dar y recibir amor
– Amabilidad
– Inteligencia social
4. Justicia – Fortalezas cívicas para una vida comunitaria saludable. Incluye:
– Trabajo en equipo
– Equidad
– Liderazgo
5. Templanza – Fortalezas que nos protegen contra el exceso
– Perdón y misericordia
– Humildad
– Prudencia
– Autocontrol
6. Trascendencia – Fortalezas que forjan conexiones con el universo y proporcionan significado a nuestra vida.
– Apreciación de la belleza y la excelencia
– Gratitud
– Esperanza
– Alegría
– Espiritualidad
Cada persona es única y las desarrolla en mayor o menor medida, manifestando espontáneamente solo algunas de ellas. Son sus fortalezas clave las cuáles, curiosamente, no tienen ningún impacto en la felicidad si no se usan.
Por tanto, para vivir (y sentir que vivimos) plenamente, necesitamos no solo desarrollar nuestras fortalezas menos desarrolladas, sino también ejercitar aquellas que manifestamos naturalmente.
LAS 5 “LLAVES DEL PARAÍSO”
1. Practicar la Aceptación
Aceptar, viene del latín acceptāre, que significa tanto la acción de aprobar, como el efecto de recibir.
Practicar la aceptación está vinculada con la noción de dejar ir, de confiar y de soltar. Dejar de luchar contra lo inevitable es un alivio emocional y nos abre a una actitud que favorece las soluciones positivas.
¿Qué hacer?
Para desarrollar nuestra capacidad de aceptación, podemos recurrir a ejercicios que nos llevan a afrontar situaciones poco agradables. Por ejemplo:
- Colocarnos un hielo en la mano
- Darnos una ducha fría
En ambos casos, se trata de observar cómo afrontamos esa experiencia y de observar las sensaciones que nos produce. Viendo si nos provoca rechazo y queremos huir de la situación, del posible dolor, prestando atención a como queremos evitar esa experiencia para no sufrirla o qué mecanismos ponemos en marcha para superarla.
En general, la forma de practicar la aceptación es simplemente pensar/decirse: ¡Acepto! ante cualquier situación difícil, desagradable o retadora.
2. Practicar la Gratitud
La gratitud es la sensación de agradecimiento y alegría que experimentamos al recibir un regalo físico/tangible pero también cuando tomamos conciencia de que poseemos algo bueno de forma “gratuita” o cuando tenemos el sentimiento de recibir un beneficio intangible, como es experimentar un determinado momento o por el mero hecho de estar viv@.
La capacidad de agradecer es una fortaleza fundamental porque libera la hormona Oxitocina que estimula la paz y el amor mientras que reduce el miedo y la ansiedad y, por ejemplo, nos ayuda a dormir mejor. Dar gracias también aumenta la empatía y disminuye la agresividad lo que mejora la calidad de nuestras relaciones. Además, nos abre a un mundo de emociones y sensaciones agradables.
Te hablo más extensamente de los beneficios de la gratitud en mi artículo Agradecer para atraer.
¿Qué hacer?
Idealmente, antes de dormir, pero también en cualquier ocasión:
- Agradece lo que tienes y no se puede comprar
- Agradece lo que tienes y has pagado
- Agradece especialmente lo que te parece evidente tener
3. Crear la Armonía
La armonía es la capacidad para mantener la calma en situaciones difíciles, de conflicto o de miedo. Para poder llegar al estado de armonía, es importante primero darnos cuenta de lo que ocurre entre el momento de un estímulo y el de nuestra respuesta/reacción.
Entre ambos se produce un momento llamado de “intervalo”. Ese intervalo está hecho de emociones, de sensaciones y de pensamientos.
Generalmente, este momento se apodera de nosotros por qué no tenemos conciencia de él y suele estar dominado por sensaciones y creencias poderosas que nos llevan a reaccionar en lugar de responder.
La diferencia es que responder implica una elección consciente desde la libertad, y reaccionar es algo a lo que un@ se encuentra abocad@, cuya intensidad no controla y que, por ello, puede tener consecuencias negativas.
¿Qué hacer?
Ante un acontecimiento o una emoción que nos resulta difícil:
- Decirnos: ¡PARA … PIENSA … ACTÚA!
- Respirar dos o tres veces
De esa forma, ese intervalo se hace mas amplio y nos permite darnos tiempo para plantearnos el tipo de respuesta que deseamos dar.
4. Desarrollar la curiosidad
La curiosidad es un fuerte deseo de saber, de aprender algo que nos sitúa en un estado de motivación agradable para el aprendizaje nos influye en la toma de decisiones y resulta crucial para un desarrollo saludable.
Las investigaciones han demostrado que la curiosidad está asociada con niveles más altos de emociones positivas, niveles más bajos de ansiedad, más satisfacción con la vida y mayor bienestar psicológico ya que su disminución es un síntoma de depresión.
¿Qué hacer?
- Ante el miedo, el aburrimiento o la certeza es bueno peguntarse ¿Qué pasará? o ¿A dónde me lleva esto? o ¿Qué puede haber de positivo en esto?
- Replantearse situaciones aburridas para convertirlas en algo significativo, mejorando nuestras habilidades de observación y prestando atención a algo que normalmente nos perderíamos.
- Leer abre la mente a nuevas posibilidades, ideas y mundos, lo que despierta el interés por explorar y deambular.
- Preguntar. Las preguntas que utilizan los periodistas: “quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo”, son las mejores amigas de las personas curiosas.
Desarrollar una actitud hacia la curiosidad implica cambiar el enfoque mental en cada situación.
5. Practicar el Universalismo
El universalismo es la motivación que nos anima a respetar, cuidar y fomentar el bienestar de todos los seres vivos, incluyendo personas, animales y el planeta.
Lleva a un estado emocional amable y empático hacía y con los demás, en la conciencia de que cada acto dirigido a ayudar nos ayuda y beneficia en primer lugar.
Este compromiso con las acciones que buscan aliviar el sufrimiento y aumentar el bienestar de forma globa permite alcanza una dimensión de autotrascendencia.
¿Qué hacer?
Indudablemente, se trata de un proceso que nos llevará poco a poco a tomar conciencia y a ampliar cada vez más el alcance de nuestra actitud hacia todo lo que nos rodea. No hay mapa, solo un deseo, un anhelo, que cada un@ irá cumpliendo a su propio ritmo.
Con afecto,
Sophie Hardy