La energía de los traumas del pasado permanece y modifica nuestra forma de ver el presente lo que afecta a como estamos creando el futuro porque una comprensión de lo que ocurrió se distorsiona por las cargas emocionales de miedo, rabia o pena que acontecieron en ese momento. Las cargas emocionales implican un sufrimiento y la fuerza de su energía nos alcanza en el presente.
Un trauma en el pasado viene con nosotr@ al presente. Aunque podamos a veces identificarlo conscientemente, lo cierto es que ejerce su influencia desde las profundidades del inconsciente para crear implicaciones en los niveles físico, mental, emocional y energético, hasta donde sabemos.
El trauma hace pensar de cierta forma y produce emociones que llevan a tomar decisiones que llevan a actuar en modo de Pelea, de Huida o de Bloqueo.
Indicadores de trauma
- Pensamientos y recuerdos intrusivos continuos sobre el evento traumático que no se pueden controlar;
- Pesadillas recurrentes donde el contenido está relacionado con el/los evento/s traumático/s;
- Angustia psicológica y física significativa en caso de exposición a recordatorios o símbolos del evento traumático;
- Evitación de recuerdos, pensamientos o sentimientos que causan angustia acerca de los eventos traumáticos o estrechamente asociados con ellos;
- Evitación de recordatorios externos que desencadenan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos asociados con el/los evento/s traumático/s;
- Pensamientos poco realistas sobre la causa o las consecuencias de los eventos traumáticos que llevan al individuo a culparse a sí mismo o a otros;
- Creencias o expectativas demasiado negativas sobre uno mismo, los demás o el mundo: “Soy malo”, “No se puede confiar en nadie”, “El mundo es peligroso”;
- Estado emocional negativo persistente (miedo, horror, ira, culpa o vergüenza…;
- Disminución significativa en el interés o la participación en actividades importantes;
- Sentimientos de desapego de los demás;
- Incapacidad para experimentar emociones positivas como felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos;
- Problemas de concentración;
- Comportamiento irritable y arrebatos de ira;
- Hipervigilancia y respuesta de sobresalto exagerada;
- Alteración del sueño como dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido y sueño inquieto.
También podemos detectar un trauma cuando afirmamos creencias como: “Me niego” – “No puedo con esto” – “No soy capaz” que están entroncadas con algún trauma.
Si podemos identificar en qué área expresamos esa creencia traumática podremos tirar del hilo conductor y revelar su origen para intentar sanarlo por exposición a la mente consciente o mediante intervenciones que consisten en evocar con menor o mayor grado de precisión la vivencia original. Esta es la estrategia empleada por las técnicas terapéuticas clásicas. Sin embargo, en mi opinión experta y por mi experiencia personal, para resolverlo es mejor no acudir al pasado, ni invocar el acontecimiento ya que revivirlo o hablar de ello solo consigue reescribirlo en la memoria y puede ser una experiencia dolorosa cuando no traumática en si. Cuantas más veces demos protagonismo a la causa del dolor más activa estará la herida. Con técnicas que utilizan la regresión – es decir que vuelven a la causa – encontrar un alivio aceptable puede tardar años.
Que un trauma se resuelva por si solo y sin ayuda es improbable, aunque no imposible para aquellos que han alcanzado cierto nivel de autoconocimiento y autoestima. Mi recomendación es acudir a terapia con técnicas generativas como la Terapia Ericksoniana, la Técnica de Liberación Emocional EFT – Tapping o el Coaching que están enfocadas en la solución en lugar de la causa, y en favorecer la construcción del presente y el futuro en vez de retroceder al pasado.
Las califico de generativas ya que ponen en marcha cambios desde los recursos y fortalezas internos propios la persona. Así, resultan eficaces porque el trauma no es reprimido, sino etiquetado de forma adecuada, reclasificado y asimilado como otras muchas experiencias del pasado y no como una herida perdurable. Esto es lo que descubrieron grandes La mente también es un sistema. La primera Ley de un sistema es que no acepta ninguna exclusión. Pretender reprimir o eliminar un trauma es inviable y, en algún momento, saldrá de alguna manera. Podrá manifestarse en forma de repetido fracaso amoroso, de enfermedad o de auto maltrato, por ejemplo. La única vía es transformar la lectura que hemos hecho del recuerdo para que cambie de etiqueta pasando de trauma a experiencia superada.
Los traumas ocurridos en la edad prenatal, neonatal e infantil deben, imperativamente y en primer lugar, ser resueltos sistémicamente ya que indican una o varias cargas/traumas del sistema inconsciente familiar (inconsciente colectivo familiar). Estas heridas pueden permanecer abiertas o cicatrizar “malamente”. Como influyen desde el inicio en toda la cadena de vivencias posteriores van a generar nuevos traumas debido al patrón de “pensamiento traumatizado” que se reforzará a lo largo de los años. Para ello, recomiendo absolutamente la terapia sistémica como las Constelaciones Familiares que sanan las cargas inconscientes heredadas por los traumas en la historia familiar.
Pero solemos empezar la casa por el tejado pretendiendo eliminar los síntomas como una adicción, una enfermedad o un patrón de comportamiento, pero vuelven a salir una y otra vez bajo otras apariencias. Las manifestaciones externas deben llevarnos a indigar más allá para resolver el trauma inicial que está siempre relacionado con el miedo. Si no es posible acudir a terapia, siempre es beneficioso practicar cualquier tipo de meditación que permite estar en el presente porque nos saca del pasado angustioso y nos impide proyectarnos en el futuro ansioso.
Sophie Hardy